1. Contexto histórico general: la expansión romana
&1
Recordemos
que, tras la muerte de Alejandro, en el 323 a. C., sus generales se repartieron
el enorme imperio que había creado. De ese reparto surgieron los reinos helenísticos.
La
administración de los nuevos reinos quedó en manos de griegos y macedonios,
y el griego se convirtió en la lengua culta de todo el Mediterráneo Oriental.
De esa mezcla de los griegos con los pueblos del Mediterráneo Oriental surgió
la cultura helenística.
Pero,
mientras tanto, en la península italiana se estaba fraguando un nuevo poder político
destinado a jugar un papel decisivo en la construcción de Occidente: el poder romano, que acabaría absorbiendo
a los propios reinos helenísticos.
&2
Según
la tradición, Roma fue fundada en el
753 a. C. Por esa época la península italiana estaba poblada por multitud
de pueblos y etnias distintas (etruscos,
samnitas, griegos, cartagineses,
etcétera).
Los etruscos estaban organizados en Ciudades‑Estado,
y habían asumido algunos rasgos culturales de los griegos; organización y rasgos
culturales que, junto con otros propios, trasmitieron a Roma cuando esta cayó
bajo su zona de influencia.
La
unidad política básica era la familia;
esta incluía todos los descendientes, por línea paterna, del paterfamilias. El paterfamilias
ejercía la patria potestad -mediante la cual gobernaba sobre todos
los miembros de la familia con un poder absoluto-, y la función sacerdotal. Los paterfamilias más importantes,
pertenecientes a la aristocracia, formaban un consejo, el Senado, que, junto con el rey, gobernaba
la Ciudad.
A finales del siglo VI se produjeron
continuas fricciones entre los reyes y el Senado. En el 509 a. C. los
aristócratas abolieron la monarquía e instauraron la república. El poder quedó totalmente en manos
de los patricios (los descendientes de los senadores, patres,
de la época anterior).
En
los siglos posteriores la república romana expandirá su poder sobre la
península italiana primero y sobre todo el entorno del Mediterráneo después.
Hacia
el siglo I a. C. la república entra en crisis. Julio César es nombrado cónsul
(en el 46 a. C.) y dictador a
perpetuidad (en el 44 a. C.). Poco después fue asesinado por un grupo de conjurados
defensores de las antiguas leyes de la República.
&3
Tras el asesinato de César, Octavio
acabó acaparando todo el poder.
Octavio
gobernó desde el 30 a. C. hasta el 14 d. C., instaurando un periodo de paz en
todo el Mediterráneo, y con él se inició la dinastía Julia‑Claudia. La
república da paso al imperio, en el
que los historiadores suelen diferenciar dos periodos: Alto Imperio (que abarcaría hasta el ascenso al poder de
Diocleciano, finales del siglo III) y Bajo
Imperio (que abarcaría desde el ascenso al poder de Diocleciano hasta el
fin del Imperio romano de Occidente).
En
esta época vivieron los grandes poetas latinos Lucrecio, Virgilio,
Horacio y Ovidio. Bajo el reinado de Nerón (54 a 68),
escriben parte de su obra Séneca, Lucano, Plinio el Viejo,
Persio, Columela, Calpurnio Sículo, etcétera.
Bajo
el reinado de Adriano (117-138) se produjo la codificación, por vez
primera, del Derecho romano, con objeto de armonizar y simplificar las
numerosas leyes, decretos y edictos.
Entre
los siglos II y III se produce un crecimiento enorme de las religiones
mistéricas y de una nueva secta religiosa aparecida a principios del siglo
I de nuestra era, cuyos seguidores, conocidos como cristianos, acabarán jugando un papel decisivo
en la historia de Occidente.
Entre
el 235 y el 268 se produce un periodo de anarquía
militar, en el que los emperadores se suceden rápidamente unos a otros, y
en el que los bárbaros penetran repetidas veces en los territorios del
Imperio.
&4
Tras este periodo de
anarquía se produce una reorganización del imperio, que se fija como momento de
inicio del Bajo Imperio.
La
aportación más novedosa en esta reorganización del imperio es la tetrarquía, instaurada por Diocleciano (que
gobernó desde el 284 al 305). La tetrarquía consiste
en que el gobierno se reparte entre dos Augustos, y dos Césares subordinados
a los anteriores. Este régimen se mantuvo hasta Constantino (312-337), que trasladó la capital a Constantinopla. Constantino
se convirtió en un protector de la religión
cristiana, que, para entonces, estaba muy extendida y fraccionada. Para
evitar conflictos entre las diversas interpretaciones de los Evangelios,
Constantino convocó el Concilio de Nicea (325), donde se pusieron las
bases de lo que sería la doctrina oficial
de la Iglesia y se decidió qué escritos debían ser considerados sagrados
y cuáles no.
En
el 361 asciende al trono Juliano,
quien proclamó un Edicto de tolerancia, por el que se permitía reabrir
los templos paganos, y tomó una serie de medidas para propagar de nuevo el
paganismo frente al cristianismo, al que despreciaba como una religión
bárbara.
En
el 379 subía al trono el hispano Teodosio. Teodosio declaró el cristianismo religión oficial y convocó el Concilio
de Constantinopla (381). Pero, no obstante, se produjo un renacer del paganismo
y de la defensa del gusto clásico y de las tradiciones propias de Roma. A su
muerte, acaecida en el 395, dejó el gobierno de la parte oriental del
Imperio a su hijo mayor Arcadio, y el de la parte Occidental a su hijo
menor Honorio, con lo que se consagró definitivamente su división.
El
último emperador de Occidente fue Rómulo Augústulo, que fue depuesto
por Odoacro (antiguo jefe bárbaro), en el año 475, con lo que el
Imperio romano de Occidente desaparece. Suele tomarse esta fecha para marcar el
fin de la Edad Antigua y el inicio de la Edad Media.
2. Filosofía y religión
&1
Tras las conquistas de Alejandro,
la antigua forma de organización política, en polis gobernadas por una casta
de hombres libres, y, en definitiva, la antigua forma griega de estar en el
mundo, desaparece.
La desaparición del marco de referencia
habitual produce una sensación de caída,
de desarraigo, que se acentuará
posteriormente con el sometimiento de pueblos e individuos al poder imperial de
Roma. En este nuevo contexto se desarrollan las religiones mistéricas y salvíficas y las filosofías del remedio.
Las religiones mistéricas
son cultos reservados, solo accesibles a iniciados a los que se prohibía
contar el ritual en que participaban. La mayoría de ellas tenían una serie de
características comunes: (1) La veneración a un dios que «muere» y «renace».
(2) El ritual consiste en una identificación con el dios a través de la cual
se trata de morir con él y «renacer» con él. (3) Este renacer es vivido como un
rescate, una salvación.
Las religiones salvíficas son religiones cuyo objetivo es
«rescatar» al individuo de una situación de «caída» para reintegrarlo a su
auténtico ser. Estas religiones irán sustituyendo a los cultos tradicionales
greco-romanos centrados en los dioses familiares y de la ciudad. Muchas
religiones mistéricas tenían también un carácter salvífico. Aunque la religión
salvífica por excelencia será el cristianismo,
una religión nacida a partir de la judía, que acabará convirtiéndose en la
religión oficial del Imperio romano.
Las que podemos denominar filosofías del remedio son sistemas
filosóficos cuyo objetivo se centra en ayudar a los individuos a superar esa
situación de caída o desarraigo que aparecen en el nuevo contexto, enseñando a
los individuos cómo ser felices o
cómo salvarse. Entre estas
filosofías del remedio cabe destacar: las escuelas
de moral y las filosofías de la
salvación.
&2
Llamamos escuelas de moral a
aquellas corrientes filosóficas del mundo antiguo centradas en enseñar a los
individuos cómo ser felices. Tales
escuelas o corrientes se originaron en el periodo helenístico, pero tuvieron
una gran expansión en el seno del imperio romano, donde nos encontramos con
notables filósofos epicúreos (Lucrecio), escépticos (Cicerón), o estoicos (Séneca, Epicteto, Marco Aurelio).
Denominaremos filosofías de la
salvación o sistemas
filosófico-religiosos, a aquellos sistemas filosóficos que introducen en
sus enseñanzas elementos religiosos. Los
más importantes de estos sistemas son los desarrollados por Filón de
Alejandría, los neoplatónicos (entre los que destaca Plotino)
y el cristianismo. Para todos ellos el objetivo es la salvación;
es decir, el retorno del hombre desde el estado de caída en que se encuentra
a su naturaleza esencial. Estos sistemas filosóficos surgen ya en el seno del Imperio romano.
Finalmente será la religión
cristiana la que se imponga de entre las religiones salvíficas, y será
igualmente la filosofía cristiana la
que determine la marcha posterior de la filosofía. Razón por la que dedicaremos
una atención especial al origen y características del pensamiento religioso y
filosófico cristiano, que se desarrollará a partir de dos fuentes, la religión judía y la filosofía griega.
3. El judaísmo
&1
Entre el año 2000 y el 1250 a. C., numerosas tribus procedentes de
la península arábiga, y que hablaban una variante antigua del hebrero, invadieron, en varias oleadas,
los cuernos de la llamada media luna fértil. Es probable que, a partir
de la agrupación de varias de estas tribus, para hacer incursiones en
territorios vecinos más ricos, surgiera lo que sería conocido históricamente
como el pueblo de Israel.
Hacia finales del siglo X, Israel se divide en dos Estados, y una
parte adopta el nombre de Judá,
razón por la que la religión predominante, que hasta entonces mantenían en
común todos ‑o la mayoría‑ de los habitantes del antiguo territorio de
Israel, será conocida posteriormente como judaísmo. La tradición
religiosa israelita contaba con una serie de libros sagrados de los que surgiría
finalmente la Biblia.
&2
Entre el 597 y el 587 a. C. Nabucodonosor II invade Jerusalén
en varias ocasiones llevándose a muchos judíos a Babilonia y convirtiendo,
finalmente, a Judá en una provincia caldea,
al frente de la cual puso a un judío llamado Godolías. Poco tiempo después
Godolías fue asesinado y muchos judíos, temerosos de la venganza de Nabucodonosor,
huyeron a Egipto.
En el 546 a. C. Ciro, al frente de los persas, conquista el
Asia Menor y permite regresar a Jerusalén a los judíos que lo deseen. Muchos
lo hacen llevándose consigo tradiciones aprendidas en Babilonia que
añadirán a sus libros sagrados (el mito de Adán y Eva, la costumbre de dividir
el tiempo de siete en siete días, la leyenda del diluvio universal, etc.).
Entretanto el arameo (que usaba el alfabeto fonético fenicio) se había
ido imponiendo como la lengua de uso corriente entre los judíos, en
detrimento del hebreo (que se convirtió en una lengua de uso casi exclusivamente
religioso).
&3
Siglos más tarde, Alejandro
conquistará Egipto y todo el Occidente de Asia, apoderándose también de Judá.
Muerto Alejandro y fragmentado su imperio, el territorio de Judá va a quedar
en poder de Tolomeo que, por razones de estrategia política, estimula a
los judíos a emigrar a Egipto donde
llegaron a formar una colonia numerosa.
Estos judíos se helenizaron pronto. Con el tiempo olvidaron completamente
el hebreo e incluso el arameo, lenguas que sustituyeron por el griego, y se vieron obligados a traducir
los textos sagrados para poder entenderlos. La primera versión alejandrina de
la Biblia fue conocida como la versión de los Setenta.
Ahora bien, la lengua no es inocente. Términos como logos, physis, misterion,
no se pueden traducir sin que esto complique lo traducido en una determinada
concepción del mundo; por lo que esta traducción de la Biblia significó, al mismo tiempo, su «helenización».
Con todo, el judaísmo no era una religión monolítica. Así, en los
siglos previos al inicio de nuestra era, nos encontramos con una serie de
sectas diferenciadas, entre las que destacan los saduceos, los fariseos y
los esenios. Estos últimos habitaban
en pequeñas comunidades a lo largo del Mar
Muerto, donde tenían las propiedades en común y llevaban una vida
ascética. Mantenían creencias extrañas al resto de los judíos, algunas de
las cuales (dualismo alma‑cuerpo, el alma es inmortal) podrían proceder de
influencias pitagóricas.
4.
Filón de Alejandría
Filón nació en Alejandría, sobre el año 15 a. C. Fue un rico
rabino judío adicto al Imperio. Murió sobre el 41 d. C. Sus obras más
importantes son tres conjuntos de tratados conocidos por: Explicación de
la ley, Alegoría de las leyes y Cuestiones, que son comentarios
del Pentateuco.
Filón
intenta conciliar el Antiguo Testamento con las tesis de los filósofos
griegos, y, especialmente, con las tesis platónicas; para ello interpreta alegóricamente
sus doctrinas adaptándolas a los conceptos de la filosofía.
El
resultado de esta reinterpretación filosófica del Antiguo Testamento se puede resumir así:
Dios
es absolutamente trascendente, está
más allá de todo lo conocido por el hombre, está más allá de cualquier determinación
(cualquier determinación que lo convirtiese en «algo», en «esto» o
«aquello», sería mera idolatría). Solo podemos saber de Él que «es», pero no «lo
qué es».
Ahora
bien, si Dios está más allá de todo lo cognoscible ¿cómo es que hablamos de
Él?, ¿cómo podemos saber siquiera que Él es? Según Filón, esto se debe a que
podemos rastrear sus huellas en el mundo. Así, viendo que en el mundo todo
movimiento se produce por una causa podemos postular (como hiciera Aristóteles)
que hay una primera causa de todo
movimiento.
Las
palabras del Génesis según las cuales Dios creó el mundo en siete días,
han de ser interpretadas de modo alegórico. Según Filón la creación no se
refiere a la creación del mundo sensible, sino del mundo inteligible mismo.
El mundo inteligible, las «ideas», estarían en el Logos, que es
la palabra, el pensamiento, de Dios.
El Logos,
es también Dios, e incognoscible como Él. Pero sí se pueden conocer las potencias
de Dios. Habría una serie de potencias que comenzarían por la potencia
creadora, por la cual Dios crea todo, luego le seguiría la potencia regia, por
la cual Dios lo gobierna todo, después la bondad divina, por la cual Dios ordena
hacer lo que se debe, y finalmente la potencia que prohíbe hacer lo que no se
debe.
Otro
elemento esencial en este orden jerárquico son los ángeles (= «mensajeros»).
Puesto que Dios es absolutamente incognoscible, se manifestaría a través de
«mensajeros». A veces Filón parece emplear la expresión ángeles como sinónimo
de potencias, otras veces ambos términos parecen significar lo mismo que
«ideas».
El fin del hombre es la unión con Dios. El hombre
no es exactamente un elemento del mundo sensible, sino que es una representación
de toda la realidad. El nous del hombre es semejante al logos divino,
igual que su cuerpo es de la misma naturaleza que el cosmos. Pero así como el
logos divino es un logos creador ‑es agente de la creación‑, el
nous del hombre existe solo por relación a Dios ‑es paciente‑ (recordemos
la doble naturaleza del nous en Aristóteles). El hombre por lo tanto
tiene su ser en este estar abocado a Dios, para lo cual tiene que renunciar a
sí mismo (liberarse del pecado, que consiste en creer que el hombre es algo en
sí mismo, que siente por sí mismo, o que piensa por sí mismo). Cuando el
hombre consigue liberarse de esta afirmación de sí mismo, y está fuera de sí
(éxtasis), consigue una cierta visión de Dios.
5. Las escuelas de moral en el
mundo romano
Las escuelas de moral, surgidas en el periodo helenístico, se
expandieron por el mundo romano donde tuvieron algunos destacados
representantes. Entre estos cabe señalar a Cicerón,
y Sexto Empírico, entre los escépticos; Lucrecio, entre los epicúreos;
y Séneca, Epicteto y Marco Aurelio,
entre los estoicos.
&1
Marco Tulio Cicerón nació en Arpino, en el Lacio (actual provincia italiana de Frosinone),
en el año 106 a. C., y murió en Formia
(en la actual provincia italiana de Latina), en el año 43 a. C.
Fue un notable orador y
estudioso del arte de la retórica,
al que dedicó varios escritos entre los que cabe mencionar De la invención retórica, y Sobre
el orador.
Como filósofo no es un
pensador muy original pero tuvo un papel importante en la adaptación de la
terminología filosófica al latín. Se
le suele vincular al escepticismo, aunque
también puede ser considerado un filósofo eclético
(pues, sobre todo en sus propuestas morales, recoge influencias filosóficas
diversas).
Entre sus obras filosóficas cabe mencionar La república, Las leyes, De la naturaleza de los dioses.
&2
Tito Lucrecio Caro (99-55 a. C.)
&3
Lucio Anneo Séneca nació en Córduba, en la provincia de la Bética, en la Hispania romana
(actual Córdoba en España), en el año 4 a. C.
Tras una accidentada vida en Roma y Egipto, será nombrado preceptor de
Nerón. Cuando este accede al poder
imperial le nombrará ministro, desarrollando, junto a Sexto Afranio Burro, un
auténtico gobierno en la sombra. Con el tiempo, sin embargo, fue perdiendo
influencia sobre el emperador y tuvo que soportar varias conjuras en su contra.
En el 65 d. C. es involucrado en una conspiración para asesinar Nerón, quien le
condena a morir cortándose las venas.
Escribió numerosas obras que podemos clasificar en distingos géneros.
Escritos morales: Consolación a Marcia,
Consolación a Helvia, Consolación a Polibio, De la ira, de la serenidad del alma, De la brevedad de la vida, De la
firmeza del sabio, De la clemencia, De la felicidad, De los beneficios, De la
vida retirada, De la providencia. Filosofía natural: Cuestiones naturales (siete libros). Cartas: Cartas a Lucilio (un total de 124 cartas). Tragedias: Hércules furioso, Las troyanas, Medea,
Hipólito, Fedra, Edipo, Agamenón, Tiestes, Hércules en Eta, Las fenicias,
Octavia. Sátiras: Calabacificación
del divino Claudio.
&4
Epicteto (55-135)
&5
Marco Aurelio Antonino Augusto (121-180)
&6
Sexto Empírico (en torno al 160-en torno al 210)
6. El cristianismo: religión y filosofía
&1
En tiempos del emperador Octavio
apareció entre los judíos una nueva secta que sostenía que el Mesías esperado por los judíos ya
había llegado: se trataba de un galileo de origen judío llamado Josué
(Jesús en la versión griega).
No hay datos históricos rigurosos acerca del personaje así denominado,
ni acerca de sus enseñanzas originales, como tampoco acerca de qué veían en él
sus primeros seguidores, que fueron denominados cristianos (=
mesiánicos).
En cualquier caso, en el proceso de elaboración e interpretación del
mensaje de Jesús, hasta que este acabó convertido en el cristianismo
desarrollado históricamente, intervinieron varios factores, entre los que
podemos destacar: la influencia de los esenios,
de las religiones mistéricas, y de Filón de Alejandría; la
reinterpretación de la vida y el mensaje de Jesús llevada a cabo por Pablo de Tarso; los Evangelios; las aportaciones de los gnósticos; y los esfuerzos de
interpretación llevados a cabo por los Padres
de la Iglesia.
&2
Hay
una serie de coincidencias que hacen sospechar que los esenios pudieron tener algo que ver con el surgimiento del
cristianismo. Ciertos elementos de la doctrina cristiana se encuentran en los
textos esenios, así como ciertas coincidencias geográficas: vivían en el mismo territorio en el que, según
los Evangelios, predicaba Juan Bautista, y donde, también según
los Evangelios, fue bautizado Jesús, y donde permaneció «cuarenta días
y cuarenta noches».
Igualmente,
podemos encontrar cierta similitud entre las religiones mistéricas y algunos aspectos del cristianismo (sea por
influencia de aquellas sobre este, o sea porque responden a necesidades similares):
la idea de un dios que muere y renace; la identificación ‑comunión‑ de sus
fieles con el dios, etcétera.
La
doctrina de Filón de Alejandría
podría explicar algunos pasajes del Evangelio según san Juan, tales
como la identificación de Jesús, el Cristo, con el Logos, concebido
como un intermediario entre Dios y los hombres.
Pero
sin duda, el personaje más decisivo en la elaboración y expansión inicial del
cristianismo fue Pablo de Tarso.
Pablo
era un judío que seguía la línea de interpretación farisea y que, en principio, fue un enemigo encarnizado de la
nueva secta judía de los mesiánicos. Convertido, más tarde, a la nueva fe, se
le ha achacado a él la interpretación mística de la vida de Jesús.
Sea
como fuere, sabemos que Pablo imprimió una orientación a la nueva secta que generó
un fuerte rechazo entre los judíos, incluso entre muchos de los ya cristianos;
por lo que el primitivo cristianismo se dividió en dos bandos: por un lado,
los partidarios de la apertura a los gentiles, que sostenían que los conversos
no judíos no tenían por qué aceptar la ley
judía (eliminando, por ejemplo, la circuncisión) liderados por Pablo; por otro, los que defendían la obligatoriedad de la ley para todos los
conversos, liderados por Santiago
(un personaje del que se habla en la Biblia
como «hermano» de Jesús).
En
el Concilio de Jerusalén, del año 48 d. C., las tesis de Pablo se
impusieron a las de Santiago. Esto hizo que la secta de los cristianos acelerase
su distanciamiento con el resto de las sectas judías hasta constituir una
nueva religión.
En
las diversas Epístolas escritas por Pablo, aparecen una serie de
conceptos que se convertirán en elementos claves del cristianismo. Entre
estos: la doctrina del pecado original;
el concepto de gracia; la idea de
la redención a través de la fe; la
incidencia en la separación entre la vida según la carne (este término había sido puesto en circulación por los
epicúreos para denominar al cuerpo inerte), y la vida según el espíritu;
la concepción de la Iglesia como cuerpo
de Cristo; la doctrina
cristiana del amor, entendido como caridad
(agape); etcétera.
Posteriormente
a las Epístolas fueron redactados los Evangelios:
escritos en los que Jesús mismo aparece como personaje central, cuya vida,
obras y muerte pretende narrarse.
Los
tres primeros evangelios, redactados como muy pronto sobre el 60/70 d.C., pasaron
a ser conocidos como Evangelios sinópticos. A principios del siglo II (aunque no
hay datos seguros) fue escrito un cuarto evangelio, el Evangelio según san
Juan (en el que se manifiestan claras influencias helenizantes); al que
siguen otros numerosos a lo largo de varios siglos, redactados en unos
términos cada vez más filosófico-helenísticos, y a los que se suele dar la
denominación genérica de Evangelios
apócrifos.
A
partir del siglo IV d. C., las Epístolas, los cuatro primeros
evangelios ‑los sinópticos y el Evangelio según san Juan‑, junto con
otros escritos, fueron agrupados bajo el nombre de Nuevo Testamento,
quedando establecidos como «canon».
&3
Se conoce con la expresión general de literatura patrística, a los escritos cristianos de los primeros
siglos que ayudaron a la elaboración de
la doctrina, y cuya obra ha sido asumida por la Iglesia. La distinción
entre Padres de la Iglesia y
escritores cristianos que no lo son es, sin embargo, dificultosa, pues algunos
de los autores que jugaron un papel destacado en la elaboración de la
doctrina de los primeros tiempos fueron, posteriormente, calificados de herejes.
La patrística tendrá por
misión elaborar una terminología
religiosa precisa y unificada, y acabar
con las disputas entre las sectas. En este empeño sostiene que: (1) Dios es
Uno, Bueno, Espíritu, y Creador del mundo a partir de la nada. (2) La creación se interpreta con ayuda de
doctrinas neoplatónicas: Dios crea tomando como modelo las «ideas» que residen en Él mismo. (3) El
hombre es concebido según el dualismo,
de procedencia órfico‑pitagórica, alma-cuerpo. (4) El alma es inmortal, aunque no posee preexistencia
alguna, ni se reencarna. Su origen se explica por la creación directa de Dios: creacionismo,
o por la generación paterna: generacionismo, traducianismo. (5)
El hombre posee libre albedrío (capacidad
de elegir) por lo que puede ser culpabilizado de su propia caída.
&4
Se pueden distinguir tres etapas en la actuación de dichos Padres de
la Iglesia:
(1) Hasta el año 200, son conocidos como los padres apologetas.
Se caracterizan por la defensa del cristianismo contra el paganismo y la
gnosis; defensa llevada a cabo en escritos breves (apologías). Tienen
escasa relevancia filosófica. Cabe mencionar a:
Justino. Hace
el primer intento de aproximar la fe
(cristiana) a la filosofía (razón),
a partir de la consideración de que Jesús es el Logos mismo.
Taciano
el asirio.
Sostiene: (a) Que a Dios se le conoce por sus obras. (b) Que de Dios nace el
Logos o Demiurgo, y de este ¿emana? el mundo material. Acabó uniéndose a la
secta gnóstica de Valentín.
Ireneo. Sostiene:
(a) Que hay un solo Dios. (b) Que
Dios creó el mundo libremente y no
por necesidad. (c) Que lo creó a partir de la nada y no a partir de una materia preexistente. (d) Que el alma
es inmortal por voluntad de Dios (no
por su naturaleza), y en ella reside el entendimiento
y el libre albedrío (el pecado no
anula la libertad del hombre, solo la disminuye).
Clemente
de Alejandría. Sostiene: (a) Que la filosofía griega y el Antiguo
Testamento son preparaciones para el cristianismo. (b) Que Dios está
incluso más allá de la unidad misma
(posible influencia de Filón y las doctrinas herméticas), por lo que no puede haber un conocimiento positivo de Dios,
pero podemos conocerlo a través de su Hijo o Logos, que es consustancial con
Él.
Tertuliano. Se
adhirió a una versión del cristianismo (que fue condenada como herejía por la
línea triunfante) denominada montanismo, y más tarde fundó su propia secta.
Sostiene: (a) Que a Dios se le conoce a partir de sus obras, y que es perfecto
puesto que es increado. (b) Que todo, incluido Dios y el alma, es cuerpo, ya que el espíritu es cuerpo
(concepción tomada, seguramente, de los estoicos). (c) Que el alma de los
hijos se genera a partir de la de sus padres, doctrina que se conoce como traducianismo.
(2) Del 200 al 450:
esta etapa, conocida como patrística media, es la que realmente está centrada en la elaboración de la
doctrina. Destaca
sobre todos ellos Agustín de Hipona, que ejercerá una influencia sin discusión hasta el siglo XII.
Otro
representante señalado de la patrística media es Orígenes (185-284),
quien se acerca a posturas gnósticas en algunos aspectos. Así, sostiene que en
las escrituras hay un triple significado: el somático (de soma =
cuerpo, es decir, el literal), el psíquico, y el espiritual.
El significado literal es más propio de la fe, y los otros del conocimiento,
pero Orígenes subordina la fe al conocimiento. Sostiene igualmente que por
encima del Evangelio histórico, hay un evangelio eterno, que solo una
minoría de hombres puede conocer.
(3) Del 450 en adelante (abarca hasta Beda el Venerable ‑735‑
para la Iglesia latina; y hasta Juan Damasceno ‑754‑ para la Iglesia
griega): se caracteriza por ser un periodo de reelaboración y sistematización
de la doctrina.
&5
Podemos
hacer una distinción en la patrística
media atendiendo a la lengua de expresión de los Padres. Tenemos así a los
«Padres griegos», por un lado, y a
los «Padres latinos» por otro.
Un
ejemplo de la importancia que tiene la distinta lengua usada por los padres es
el siguiente: el cristianismo primitivo entendió con frecuencia que Jesús es Dios, y que el Espíritu Santo enviado por Dios a los
hombres también es Dios. Tenemos, entonces, que, en una religión monoteísta
por principio, parecen encontrarse tres dioses, o tres versiones distintas de
Dios: Dios Padre, Dios Hijo (Jesús), y Dios Espíritu Santo.
La
explicación de esta paradoja fue uno de los problemas con que tuvieron que enfrentarse
los pensadores cristianos. Una solución fue la de los arrianos, según la cual solo el Dios-Padre sería Dios, y Jesús
sería un ser creado por Dios. Pero, finalmente, se impuso la concepción trinitaria
desarrollada por algunos padres griegos, quienes, tomando un término puesto en
circulación por los neoplatónicos (el de hipóstasis), definieron el
carácter trinitario de Dios como «una sola ousía tres hipóstasis».
La traducción más apropiada de esta expresión es «una sola "esencia"
tres "sustancias"».
Sin
embargo, cuando los textos griegos comenzaron a traducirse al latín esto planteó
un nuevo problema. Resulta que la traducción usual del término ousía al latín fue la de substantia. Pero por hipóstasis se entiende aquello
que es por sí mismo, o sea, también la sustancia. Con lo cual la traducción
latina de «una sola ousía tres hipóstasis» se convertía en «una
sola "sustancia" tres "sustancias"». Ante el sinsentido de
esta expresión se la acabó traduciendo como «una sola "sustancia"
tres personas».
&6
El encuentro entre la filosofía
y el cristianismo se produce por
tres vías principales:
(1) Cuando muchos términos procedentes de sistemas filosóficos helenísticos
(logos, physis, psikhé, soma, sarx, etcétera) son vertidos
a los textos religiosos cristianos. Eso sucede tras la primera traducción de
los textos bíblicos al griego (Biblia
de los Setenta), o en el Evangelio según
san Juan (escrito directamente en griego).
(2) Cuando los pensadores
cristianos se ven obligados a enfrentarse con las doctrinas de los filósofos
paganos. Y aquí las actitudes de los pensadores cristianos fueron diversas.
Algunos rechazaron la filosofía (por ejemplo, Tertuliano), mientras otros (por ejemplo, Justino) trataron de reinterpretarla en clave
cristiana.
(3) Cuando la diversidad de interpretaciones cristianas amenaza con
romper la unidad religiosa. En este caso el cristianismo echó mano de la
filosofía para precisar su propia terminología y mantener la unidad de la
doctrina.
Y en el momento en que se produce el encuentro consciente entre filosofía
y cristianismo surge el problema de las relaciones fe‑razón. Ello se debe a que la filosofía es una búsqueda del
conocimiento llevada a cabo por el hombre desde sí mismo (siguiendo la razón), y el cristianismo parte de que
sus verdades fundamentales vienen dadas por la fe (concedida como gracia divina). En ese caso habría que deslindar
qué corresponde a la fe y qué a la razón, tarea que ha constituido una parte
importante de la reflexión filosófica cristiana.
7. Gnósticos, maniqueos, arrianos y pelagianos
Son movimientos religiosos o filosófico‑religiosos fuertemente
influidos por el mensaje bíblico. Algunos de ellos son de hecho interpretaciones
del mensaje evangélico que tuvieron una gran incidencia en el movimiento cristiano
de los primeros siglos y que fueron, finalmente, consideradas heréticas por el sector cristiano triunfante.
&1
Los gnósticos son
denominados así porque pretendían tener el conocimiento de verdades últimas
(gnosis significa «conocimiento»). El gnosticismo abarca una serie de
doctrinas diversas caracterizadas por mezclar concepciones cristianas con especulaciones tomadas
de las filosofías helenísticas y elementos
de otras religiones orientales.
Tenían en común con el cristianismo y las religiones mistéricas el
que se presentaban como una doctrina de salvación. Pero, como buenos
helenos, consideraban que la salvación viene por la vía del conocimiento. Fueron combatidos por la
línea posteriormente triunfante de la Iglesia, que no los consideraba
cristianos.
Entre los gnósticos más importantes se encuentran Marción
(85‑160), Basílides (120‑161),
y Valentín (muerto en el 161).
Los
gnósticos interpretan el mensaje bíblico de la siguiente manera:
(1) Parten de que el Dios que aparece en el Antiguo
Testamento no es el auténtico Dios (el Dios desconocido), sino una
especie de Demiurgo, un dios de
segundo rango que crea el mundo sensible a partir de algo que ya había y
que se escapa a su control. Por
ello este Dios-Demiurgo se
ve obligado a imponer prohibiciones y castigos en un intento de
reorientar su creación. La Revelación se produce con el cristianismo, y a través de ella puede
el hombre conocer al auténtico Dios, que es el principio de todo. Este Dios
crea el mundo suprasensible poblado por seres que denominan eones. La
totalidad de los eones constituye la plétora.
(2) El conocimiento de los eones y de Dios mismo no está
al alcance de todo el mundo, sino que quien conoce, los espirituales, se coloca en un plano superior de realidad, y para
él ya no rigen
las leyes de la Iglesia -de
ahí que no obedecieran lo preceptos de los obispos-. Con frecuencia, los gnósticos prescindían de toda
jerarquización religiosa.
(3) Al Dios principio de todo lo concebían, con
frecuencia, con caracteres femeninos,
o femenino/masculinos.
(4) El Demiurgo,
el Dios que aparece en el Antiguo Testamento, está fuera de la plétora.
Ha perdido el conocimiento del mundo suprasensible, aunque lo recuerda vagamente,
lo que le permite hacer el mundo sensible
a imagen del inteligible (aunque, dado que tiene que emplear un material no
inteligible, hace un mundo que le sale mal).
El olvido por parte del Demiurgo del mundo
inteligible le hace creerse que es el único Dios. Entonces uno de los eones, Cristo,
«se hace carne» para traer al propio mundo sensible el mensaje del mundo inteligible,
para Revelar, esto es, mostrar en el mundo sensible a la auténtica divinidad.
(5) La salvación consiste en realizar el proceso
inverso al de la creación, yendo desde este mundo sensible a Dios, a través de
toda la jerarquía de eones.
&2
El maniqueísmo fue fundado
por Mani (216‑276), que elabora una religión sincrética con elementos
tomados del mazdeísmo, el judaísmo, el cristianismo, e incluso el budismo.
Según Mani, existen dos
sustancias o raíces eternas: la Luz (también llamada Bien, o Dios), y la Oscuridad (también llamada Mal, o Materia). En un principio estas dos sustancias estaban separadas,
pero ambas tendían a la expansión por lo que acabaron colisionando. El
choque de estas dos raíces dio origen al tiempo y al mundo, en los que ambas se
entremezclan. Los hombres han de luchar, por el triunfo del Bien, que no significa
la aniquilación del Mal sino la separación de los dos principios (de modo que
el Mal quede confinado nuevamente al lugar que le es propio). Esta lucha por
el desprendimiento paulatino del Mal es lo que constituye la historia y el
progreso humano.
&3
El arrianismo se debe a Arrio
(256‑336) el más importante «hereje» del cristianismo antiguo. De sus
obras solo se conservan dos cartas, y fragmentos de un poema: la Thalía.
Arrio considera que el Logos,
es decir, Jesús, no es Dios, sino un
ser creado, como los demás. Como consecuencia tampoco es eterno. Esta tesis
tuvo numerosísimos seguidores, hasta el punto que se convirtió en la
dominante en todo oriente, provocando con ello una fuerte división en la
cristiandad. Para alcanzar un acuerdo entre los arrianos y los defensores de
la divinidad de Jesús, el emperador Constantino convoca el Concilio de
Nicea (325), en el cual el arrianismo es condenado y sus tesis declaradas
heréticas. Pese a todo, el arrianismo no desapareció y durante varios siglos
(hasta el siglo VII) cuenta con numerosos seguidores.
&4
El pelagianismo fue
desarrollado por Pelagio (360‑425), monje británico contemporáneo de
Agustín de Hipona con el que mantuvo una agria polémica.
Pelagio critica la doctrina de la predestinación de
Agustín por considerar que va contra el libre arbitrio. Frente a la predestinación sostiene
que el hombre nace sin pecado (el pecado de Adán es solo suyo). Solo se llega a
estar en pecado porque el individuo lo cometa libremente.
De esta concepción del pecado se derivan las siguientes consideraciones:
(1) La muerte y la concupiscencia son procesos naturales, y no consecuencia
del pecado. (2) El bautismo no es necesario. (3) No es necesaria ninguna
gracia sobrenatural para salvarse, la gracia está, por decirlo así, difuminada
en la creación. (4) Tampoco se precisa de la Iglesia para la salvación. (5)
Para salvarse únicamente se necesita de la Ley y los Evangelios.
8. Plotino y el neoplatonismo
&1
El neoplatonismo es una corriente
platónica tardía que mezcla elementos de la filosofía de Platón (fundamentalmente, aunque también recogen cosas de
Aristóteles y los estoicos), con elementos de carácter religioso (por
ejemplo: la filosofía se presenta como «salvación», las hénadas de Proclo se
identifican con dioses, etcétera). Es la última corriente filosófica griega
antes del triunfo definitivo del cristianismo, al que combaten por considerarlo
una forma de barbarie.
Se
suele considerar a Amonio Sacas (175‑242) como el fundador del neoplatonismo,
cuyo máximo representante sería Plotino. Otros neoplatónicos
importantes serían Porfirio (234‑305), Jámblico (275‑330), y
Proclo (410-484).
&2
Plotino es el más importante
representante del neoplatonismo, y en realidad su auténtico fundador. Nació
en algún lugar de Egipto en el 205, y fue discípulo de Amonio Sacas.
Vivió
durante un periodo de caos y anarquía militar en el Imperio, con incursiones
continuas de los bárbaros, y un malestar creciente de los súbditos, con el
crecimiento consiguiente de las religiones
salvíficas (mitraísmo, cristianismo, gnosticismo, etcétera).
En
el 242 acompañó al emperador Gordiano
en su expedición contra los persas, con el objeto de conocer la filosofía
persa (el mazdeísmo: la
religión de Zarathustra) Después se instaló en Roma donde fundó una escuela
de filosofía. Murió en el 270.
Su
discípulo Porfirio organizó la publicación de sus escritos agrupándolos
en seis grupos de nueve libros cada uno, por lo que fueron conocidos como Enéadas.
La primera enéada agrupa los escritos de ética; la segunda y la
tercera, los de cosmología; la cuarta, los que tratan del alma; la quinta, los
que tratan de la Inteligencia; y la sexta los que tratan del Uno.
&3
Plotino
no pretendía elaborar un sistema filosófico propio, sino, simplemente, interpretar
la filosofía de Platón. Pero al
hacerlo, mezcla nociones platónicas y aristotélicas, e introduce en ella
elementos novedosos, lo que da origen a un sistema filosófico relativamente original.
Para
Plotino lo primero es lo que llama «Uno», o «Bien»
(la «idea de bien» platónica). Lo Uno no puede ser concebido de ninguna manera,
ya que no es nada determinado, está más allá de toda determinación (igual que
la «idea de bien» platónica). Por ser lo Uno lo primero no se puede decir de él
ni siquiera que «es», porque con ello se lo haría participar del ser, y ya no
sería lo primero. Lo Uno está, por lo tanto, incluso, más allá del ser. Solo
puede decirse de lo Uno que es simple,
sin multiplicidad alguna (de ahí el nombre).
De
lo Uno procede todo, por emanación. Emanación es un concepto nuevo para
explicar la génesis de las cosas, que hay que distinguir del concepto judeo‑cristiano
de creación.
Las
diferencias fundamentales entre el concepto de emanación y el de creación son:
(1) La creación es libre, mientras que la emanación es un proceso necesario.
(2) La emanación deja al Uno inalterado, mientras que la creación exige un
acto de voluntad divina y, por lo tanto, un cambio de su esencia.
Lo
Uno es la absoluta plenitud, la extrema perfección. Esta plenitud hace que, por
decirlo así, se desborde, con lo que surge algo que ya no es el Uno. Lo que no
es el Uno, lo otro que el Uno, es la multiplicidad, de ahí que del Uno solo
pueda surgir algo múltiple.
No obstante esto múltiple será lo más
parecido posible al Uno. De ahí que lo surgido del Uno sea la Inteligencia
(Nous), que es la unidad de una multiplicidad. En efecto, en el Nous
(al igual que en el Logos de Filón) están las «ideas» (concebidas al modo platónico), y el
Nous es la unidad de esas «ideas», pero en tanto las «ideas» son múltiples
el Nous ya no es unidad perfecta. Por otro lado, lo que tiene de unidad
el Nous lo recibe del Uno, ya que el Nous «es» contemplando el
Uno.
De
la Inteligencia emana el Alma del Mundo que es un puente intermedio
entre el mundo inteligible y el sensible. Esta conoce las «ideas» del Nous,
pero no al Uno. Por ello se encuentra alejada de la unidad. No obstante, es,
como el Uno y el Nous, una entidad inteligible. De ella proceden las formas
de los seres sensibles (formas que le son propias en tanto contempla las
«ideas» del Nous) y gobierna el mundo corpóreo.
En
tanto el Alma del mundo contempla el Nous se identifica con él, es el
Nous, pero, en tanto no es el Nous da origen al mundo sensible, el
mundo de la absoluta multiplicidad.
Uno,
Nous y Alma del Mundo constituyen la realidad inteligible, lo que los
neoplatónicos llaman hipóstasis (concepto similar al de sustancia, lo
que es por sí mismo, lo que subsiste por sí). El Nous, y el Alma del
Mundo proceden del Uno, pero esto no quiere decir que surjan en un momento del
tiempo. Uno, Nous y Alma del Mundo son eternos, la emanación se
produce desde toda la eternidad, y desde toda la eternidad se produce al mismo
tiempo el proceso inverso, ya que el Alma del Mundo es contemplando el Nous,
y el Nous es contemplando el Uno.
&4
Allí
donde el poder de emanación del Uno se acaba surge la materia, que es la antítesis del Uno. La materia
que es pura «privación», multiplicidad caótica, puro no‑ser (y, por lo tanto,
es el mal), aunque acompañada de las formas, que pone en ella el Alma del
mundo, constituye todos los seres corporales.
El
poder de emanación del Uno (y esto es una forma metafórica de hablar) se
agota cuando todo el campo de la realidad está cubierto. Y esto sucede
cuando tenemos desde la supra-realidad del Uno hasta el no‑ser de la materia.
Con
otros términos, se puede explicar la emanación como un proceso que va de lo más
simple y pleno (de la unicidad), a lo más diverso (a la multiplicidad
caótica de la materia).
&5
Recordemos
que tanto Platón como Aristóteles distinguían tres almas en el hombre (o tres
partes distintas en el alma). Plotino recurre a nociones aristotélicas para
explicar la doctrina platónica del alma: distingue entre un alma vegetativa, sensitiva, y además nous.
En tanto el alma humana piensa es nous. Pero el nous es
pensamiento de cualquier «idea», de cualquier determinación, y, por ello, él
mismo no es nada determinado. En tanto el nous no es nada determinado
(es decir, en tanto piensa cualquier determinación y por lo tanto está más allá
de cualquier determinación concreta) se identifica con el Uno.
Por
todo esto el hombre es un ser privilegiado, es una representación en miniatura
del cosmos, un microcosmos, pues posee un alma vegetativa (en común con
todo lo vivo), un alma sensitiva (en común con todos los animales) y además nous,
que le permite elevarse por encima de toda determinación hasta la contemplación
del Uno. En este retorno al Uno consiste la «salvación» (que se
diferencia, como vemos, de la concepción cristiana de la salvación en que no
es el Dios, en este caso el Uno, el que salva, sino que es el propio hombre,
porque está así en su propia naturaleza, el que, volviéndose a lo Uno, se
salva).
El
retorno es entendido como una purificación, entendida ahora como una
eliminación progresiva de todas las diferencias, de todas las determinaciones,
colocando al hombre en un estado de «éxtasis» (literalmente: «estar
fuera», se entiende, de todo), de «unión mística» con lo Uno. A alcanzar este
estado ayudan la música, el amor y la filosofía, pero lo esencial es un
proceso de interiorización.
9. Proclo
Proclo
nació en Constantinopla, en el año
410. Fue el último gran representante de la filosofía neoplatónica. (Y el último gran representante de la filosofía
«pagana», previo al triunfo definitivo del cristianismo). Su obra principal es Elementos de teología. Murió, en Atenas, en el año 484.
Siguiendo
la tradición de su escuela explica la constitución de todo a partir de lo Uno, del cual surge por un proceso
(emanado) el Ser, de este
la Vida, de esta el Nous
y del Nous el Alma (las
denominadas hipóstasis).
La
originalidad de Proclo consiste en que además de una diferencia «vertical»
entre las hipóstasis distingue una
diferencia «horizontal». La razón de ser de esta doble diferenciación es dar
solución a un problema que ya se le planteaba a Platón.
El problema
surge cuando se trata de explicar la relación entre las «ideas» y las cosas del
mundo físico. Platón sostiene que las cosas «son» en tanto participan (methexis) de
las «ideas». Pero entonces, o bien cada «idea»
esta entera en cada cosa (la «idea de hombre» en cada hombre), o bien que hay
un trozo de la «idea» en cada cosa (un trozo de la «idea de hombre» en cada
hombre).
Si
sucede lo primero no hay forma de explicar cómo cada «idea», siendo una, sea a
la vez muchas. Si sucede lo segundo no hay forma de explicar cómo cada «idea»
siendo simple se pueda descomponer en partes.
La
solución dada por Platón en el Parménides
es la de negar cualquier relación entre el mundo de las «ideas» y el de las
cosas. Pero el problema persiste, porque las propias «ideas» participan unas
de otras. Así, todas las «ideas» participan de la «idea de bien» (o «uno», o «belleza»), y se
vuelve a plantear el problema de cómo pueda estar la «idea de bien», que es
una, participada de multitud de «ideas».
La
solución de Proclo es la siguiente: en lugar de una relación a dos (entre lo superior
participado y lo inferior participante), establece una relación a tres, entre:
(1) Lo superior absolutamente trascendente,
y por lo tanto imparticipado. (2) Lo
superior inmanente o participado. (3) Lo inferior participante.
Allí
donde algo es causa necesaria de algo, establece un elemento intermedio que
es la causa y lo causado. Así, por ejemplo, tenemos que lo Uno (a veces
identificado con el Bien) es simple, absolutamente indeterminado y por lo
tanto incognoscible, está más allá de todo, incluso del ser. Sin embargo de lo
Uno surge todo, toda la diversidad. ¿Cómo es esto posible? Si lo Uno generara
directamente el Ser lo Uno ya no sería Uno, se podrían distinguir en él partes
ya que sería Uno y Ser. Pues bien, aplicando el esquema triádico que hemos
visto, Proclo soluciona el problema así:
(1) Por
un lado está lo Uno imparticipado, que es trascendente a todo.
(2) Pero
este Uno es principio de las hénadas (palabra que quiere decir «unidades»),
las cuales son Uno, porque la unidad es el principio que las constituye, su
esencia consiste en ser unidades, pero son participadas, y, por serlo, al mismo
tiempo son Uno, pero a la vez son lo causado por lo Uno.
(3) El
tercer momento del proceso lo constituye el Ser que participa de lo Uno
a través de las hénadas.
10. La ciencia en el mundo
romano
&1
La ciencia
tuvo un extraordinario desarrollo en el periodo
helenístico, especialmente en Alejandría, en cuyo Museo y Biblioteca, se
gestó buena parte de la ciencia antigua. Pero en el 145 a. C., y debido a
conflictos de tipo político, el rey egipcio Ptolomeo Physkon obligó a los científicos griegos a abandonar
Alejandría.
En el 47 a.
C. la Biblioteca es incendiada, y buena parte de sus 700.000 escritos (rollos)
se pierde, lo que supuso el segundo golpe para la ciencia alejandrina.
En el 30 a.
C. Octaviano conquistó Egipto, el
último reino helenístico independiente que quedaba, que pasó a convertirse en
una provincia romana.
Los romanos
era un pueblo práctico, poco interesado por la especulación intelectual o el
saber puramente contemplativo. De ahí que destacasen como ingenieros y
arquitectos. No obstante, bajo el poder romano se desarrolló la obra de algunos
científicos importantes. Entre estos: Asclepíades, Estrabón, Pomponio Mela, Cayo Plinio, conocido como Plinio el Viejo, Claudio Ptolomeo
y Galeno.
&2
Asclepíades de Bitinia nació en Prusa, Bitinia (actual Bursa, en Turquía), en torno al 124/9 a. C.
Se instaló en Roma
donde se dio a conocer primero como retórico
y luego como médico e investigador
de la medicina, razón por la que ha sido ampliamente reconocido en la
posteridad. Fue amigo y médico personal de Cicerón.
Murió en el 40 a. C.
Asclepíades rechazó la teoría de los cuatro humores de Hipócrates. Influido por la filosofía de Epicuro sostuvo
que la enfermedad es producida por átomos
que atraviesan los poros y penetran en el cuerpo. Por esta razón se le ha
considerado un precursor de la teoría microbiana.
Sus remedios consistían en tratar de recuperar la armonía del cuerpo, rota por la
invasión de los átomos ajenos, mediante masajes, baños, dietas, etc.
&3
Estrabón (64/63 a. C.- 19/24 d. C.) (A desarrollar)
&4
Pomponio Mela nació en Tingentera,
actual Algeciras, en la provincia de Cádiz, aunque se desconoce la fecha de su
nacimiento. Su obra principal es De
Chorographia, también conocida como De
situ orbis (Sobre los lugares del
orbe), que consta de tres volúmenes. Falleció en torno al año 45. (A desarrollar)
&5
Cayo Plinio, conocido como Plinio el Viejo (23-79) (A desarrollar)
&6
Claudio
Ptolomeo nació
en la Ptolemaida Hermia (Alto
Egipto) hacia el año 100 d. C. Trabajó, al parecer, en la Biblioteca de Alejandría, donde desarrolla buena parte de su obra. Fue
un astrólogo, astrónomo, matemático y geógrafo. Murió en torno al año 170,
probablemente en Alejandría.
Entre
sus obras destacan: (1) Una colección de libros conocida con el nombre árabe de Almagesto (El gran tratado). Traducida al latín en
el siglo XII, tendrá una enorme influencia en la cosmología medieval de la
Europa cristiano-occidental, como la venía teniendo en la cosmología árabe. (2)
Geografía, que consta de tres partes
repartidas en ocho libros. Esta obra, traducida al latín en el siglo XV, será
uno de los libros de referencia del pensamiento humanista. (3) Óptica, un tratado matemático sobre las
propiedades de la luz. (4) Harmónicos,
un tratado de teoría musical, en el que, siguiendo la tradición que viene de
los pitagóricos y Platón, sostiene que la música tiene una base matemática, y
que los cuerpos celestes, regidos por un orden geométrico, producen armonías
musicales en sus movimientos. (5) Tetrabiblon
(Cuatro libros), puede ser considerado
un complemento del Almagesto. En esta
obra desarrolla su concepción de la astrología, que él considera una ciencia
natural.
***
En
la primera parte de la Geografía
Ptolomeo expone el método para establecer las coordenadas que han de permitir localizar un determinado punto
geográfico sobre la esfera terrestre. Estas coordenadas están constituidas por
las líneas que señalan la latitud y
la longitud y que surgen de la
proyección de las esferas celestes sobre la esfera terrestre, que quedaría,
así, geométricamente representada.
En esta representación Ptolomeo diferencia entre la cartografía del mundo (a lo
que denomina geografía), de la
cartografía de una determinada región (a lo que denomina corografía). Acompañando a los mapas va una descripción de los lugares, en la que se indican sus
características geográficas, históricas, etnográficas, etc.
Un problema
que se plantea es cómo medir las distancias longitudinales, pues hacerlo sobre
el terreno es tarea difícil y poco precisa. La latitud se puede medir con
respecto a un punto fijo: el polo norte celeste. Pero las distancias
longitudinales se encuentran con que el sistema celeste gira sobre la Tierra y
no encontramos ese punto fijo de referencia. Ptolomeo cree que se puede solucionar
este problema con la observación de los eclipses lunares. Así, dos individuos
situados en dos puntos distantes de la Tierra, anotarían la hora en que se
produciría tal eclipse. La diferencia horaria entre uno y otro permitiría
calcular la distancia entre ambos puntos.
La
segunda parte de su Geografía es un
catálogo de lugares el mundo conocido (la ecúmene). La tercera constaría de una
colección de descripciones geográficas y mapas (que se han perdido). En ella
aparecen errores notables como consecuencia de que parte de un tamaño de la
Tierra inferior al real (en contra de los cálculos de Eratóstenes que había
establecido unas dimensiones terrestres muy aproximadas a las que ahora
conocemos). Estos cálculos erróneos pudieron ser los que, en el siglo XV,
convencieron a Colón de que se podía llegar a la India desde la península
ibérica.
***
En
el Almagesto modifica el sistema geocéntrico
de Aristóteles, siguiendo los desarrollos de Hiparco. El nuevo sistema rompía con el de Aristóteles en varios
puntos: (1) La Tierra no ocupa el centro exacto del universo, sino que se
encuentra ligeramente desplazada con respecto a ese centro (pese a lo cual se
sigue llamando geocéntrico a este sistema). (2) Los planetas no giran
directamente en torno a la Tierra.
Hay
que aclarar que Ptolomeo no pretendía que su sistema diese una explicación real
de la constitución del cosmos, sino que simplemente pretendía ser un método de
cálculo y «salvar las apariencias» (es decir, ajustar los fenómenos observados
a la explicación teórica). Veamos cómo funciona:
Partimos
de una serie de órbitas ligeramente excéntricas
(es decir, cuyo centro está desplazado con respecto a la Tierra), llamadas deferentes.
La razón de que estas órbitas tengan que ser excéntricas es explicar por qué el
Sol parece más grande y por qué los planetas brillan más en unas épocas que en
otras.
Los
planetas se mueven en torno a un punto de las deferentes, constituyendo otras
órbitas más pequeñas llamadas epiciclos. A su vez los planetas con sus epiciclos
se mueven con la deferente. La razón de introducir los epiciclos es explicar
los movimientos retrógrados (es decir, no directos) que se observan en los
planetas.
Quedaba
todavía por explicar porqué los movimientos que se observan de los planetas no
son uniformes (contra lo que sostenía en general el pensamiento griego). Para
ello la cosmología ptolemaica se vio obligada a introducir una nueva corrección
en el sistema: los ecuantes. Consistía en suponer que los planetas se
mueven uniformemente en torno a un punto excéntrico con respecto al centro de
la deferente. Con ello se explicaba que desde la Tierra los movimientos no
resultasen uniformes.
El
sistema aristotélico necesitaba cincuenta y cuatro esferas para explicar los
movimientos del cosmos. Este sistema se vio obligado a ampliarlas a ochenta.
&7
Galeno nació en Pérgamo,
en torno al 130 d. C. Estudió en Pérgamo,
Corinto y Alejandría. Fue médico de gladiadores en su ciudad natal.
Posteriormente asistirá a los cursos del platónico Albino, en Esmirna. En
el 168 el emperador Marco Aurelio le
reclama en Roma, donde permanecerá
como médico de palacio hasta la muerte del emperador. Murió en torno al año
210.
Galeno elaboró un saber enciclopédico a partir de las
aportaciones de otros médicos y filósofos antiguos (en especial de las
aportaciones anatómicas de los médicos del Museo de Alejandría, de Aristóteles
toma la doctrina de los elementos, su doctrina del alma y muchas aportaciones
de sus estudios anatómicos, de Platón y los platónicos su doctrina del alma y
cierta tendencia mística, de Hipócrates la doctrina de los humores) así como de
los conocimientos obtenidos a través de la sección y vivisección de animales
que practicó personalmente.
Este saber aparece recogido en
un número ingente de obras, aunque muchos de sus escritos se han perdido. Entre
las más importantes de las que se conservan están: Procedimientos anatómicos, Utilidad
de las partes, Las facultades
naturales, El método terapéutico,
Comentarios a Hipócrates, y, la más
conocida de todas, Arte médica.
***
Haciendo una peculiar síntesis
entre la concepción tripartita del alma platónica y los tres tipos de alma
aristotélicos con la teoría de los humores hipocrática, Galeno sostiene que en el
cuerpo existen tres tipos de espíritus, que son ciertos tipos de materia o
fluidos sutiles que hacen funcionar los órganos.
Estos tres tipos de espíritus
o fluidos serían los siguientes:
(1) Los espíritus naturales o vegetales, que corresponden al alma concupiscible y tienen su origen
en el hígado. Son los responsables
de las funciones o virtudes vinculadas al abdomen, y que son el crecimiento, la nutrición y la reproducción,
y todas las virtudes y funciones que estás llevan implícitas (digestión,
función retentiva, expulsiva, etc.). Incluye también funciones o virtudes de
tipo psicológico, como el deseo, el gozo, etc.
(2) Los espíritus vitales, que corresponden al alma irascible y tienen su origen en el tórax (corazón y pulmones). Son responsables de virtudes o
funciones vitales como la respiración
o el latido del corazón y de las
funciones que estás llevan implícitas (como la función atractiva de los
pulmones sobre el aire, la expulsiva, etc.). Y funciones, virtudes o fuerzas de
tipo psicológico, como la ira, el temor, etc.
(3) Los espíritus animales, que corresponden al alma racional y tienen su origen en el cerebro, desplazándose al resto del cuerpo por el interior de los
nervios. Son los responsables de las virtudes, fuerzas o potencias sensitivas, motoras, de la imaginación,
la memoria y el razonamiento.
Tras la digestión (primera
digestión) los alimentos purificados por esta (de los que se han separado las
heces fecales) irán al hígado, donde se producen los cuatro humores (de procedencia hipocrática):
la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema. El equilibrio entre estos humores es fundamental para
mantener la salud. Cuando este equilibrio se resiente es necesario restaurarlo
mediante la alimentación y el ejercicio, aunque pueden ser necesarias también
las purgas y sangrías.
El predominio de uno u otro de
estos humores da origen también a los distintos temperamentos, que Galeno reduce a cuatro básicos:
(1) Predominio de la sangre: da origen a un temperamento sanguíneo, caracterizado porque sus
portadores son individuos alegres, sociables, optimistas, volubles y movidos
por la búsqueda del placer inmediato. Su elemento es el aire.
(2) Predominio de la flema: da origen a un temperamento flemático, caracterizado porque sus
portadores son individuos serenos, tranquilos, perseverantes y racionales. Son también fríos y tímidos. Su elemento es
el agua.
(3) Predominio de la bilis amarilla: da origen a un
temperamento colérico. Los individuos
que poseen este tipo de temperamento son enérgicos, activos, independientes,
con confianza en sí mismos y que defienden con pasión sus opiniones. Pueden ser
también conflictivos. Su elemento es el fuego.
(4) Predominio de la bilis negra: da origen a un
temperamento melancólico. Los
individuos en los que predomina este temperamento son sensibles, introvertidos,
perfeccionistas, de humor variable y con tendencia a la tristeza. Su elemento
es la tierra.
11. El derecho en el mundo
romano
(A desarrollar)
Bibliografía
-Abbagnano, Nicola: Historia
de la filosofía. SARPE, S. A. Barcelona, 1988.
-Asimov, Isaac: La
tierra de Canaán. Alianza Editorial, S. A. Madrid, 1982.
-Copleston, Frederick: Historia de la filosofía. Ariel. Barcelona, 1989.
-Cordoñer, Carmen y Fernández-Corte, Carlos: Roma y su imperio. Grupo Anaya, S. A.
Madrid, 1991.
-Fontana, Josep y Ucelay Da Cal, Enrique: Historia Universal Planeta. 2/La antigüedad
clásica. Editorial Planeta, S. A. Barcelona, 1993.
-Giovanni,
Reale, y Antiseri, Dario: Historia del
pensamiento filosófico y científico. Vol. I: Antigüedad y Edad Media.
Editorial Herder, S. A. Barcelona, 1988.
-http://historiadelamedicina.org
-Martínez Marzoa, Felipe: Historia de la filosofía. Istmo. Madrid, 1980.
-Mosterín, Jesús: Historia
de la filosofía. 5. El pensamiento clásico tardío. Alianza Editorial, S. A. Madrid, l985.
-www.wikipedia.org.
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